Los Abogados golearon

ALDO VALDEZ SEGURA

Con autoridad demostrada dentro del terreno de juego y reflejado en la pizarra, la escuadra de los Abogados se impusieron 6-1 a Punta Ixtapa, para así llevarse a casa los puntos que dejó la jornada número 19 de la liga Premier de futbol en su categoría máster.

Acciones llevadas a cabo ayer por la tarde en el campo 1 de Blanco. Fue una primera mitad en donde los dos equipos se fueron con todo al ataque, buscaron hacer daño, pero las aproximaciones de mayor peligro estuvieron de lado de los Abogados, el gol se avecinaba.

Los delanteros del equipo de los Abogados insistieron en repetidas ocasiones, fabricaron bien sus jugadas y con toques de primera intención lograron quitarse la marcación del rival. El invitado de honor se hizo presente, por los Abogados anotaron; Aldo Ríos y Sergio Guzmán cada uno se hizo presente en dos ocasiones, mientras que Ricardo Guzmán y Marco Ruiz, colaboraron con un gol cada uno, el único tanto que consiguió Punta Ixtapa fue obra de José León.

ESTRICTAMENTE PERSONAL

La victoria de López Obrador

Raymundo Riva Palacio

Las encuestas, todas, dan al presidente Andrés Manuel López Obrador, un extraordinario respaldo para el combate al robo de combustible. Las pérdidas económicas derivadas del desabasto de gasolinas y las enormes incomodidades de las clases medias para reabastecer sus vehículos, han sido insignificantes en su correlación con el apoyo a López Obrador. Al menos ocho de cada 10 mexicanos están incondicionalmente con él, un volumen muy superior incluso al que obtuvo en las elecciones presidenciales, cuando 5.3 de cada 10 mexicanos votaron por él. 

Hay quien se pregunta cuál es la razón por la que un problema toral en la vida cotidiana, acentuado por el claro naufragio de los funcionarios responsables del suministro de combustibles, no haya hecho merma en la imagen ni el respaldo al presidente, sino todo lo contrario. López Obrador tiene la confianza plena, en un fenómeno que quizás no se veía desde que el pueblo, sin importar clases sociales, salió a las calles a entregar todo lo que tenía para respaldar al presidente Lázaro Cárdenas en la nacionalización petrolera.

La encuesta de El Financiero publicada este lunes es muy clara: se cerraron filas detrás de López Obrador. El 89% de los mexicanos en el país, apoya el combate contra el robo de combustibles. La aprobación a su trabajo es de 76%, seis puntos arriba desde última la medición, el 26 de diciembre pasado, un día antes que anunciara el combate contra los huachicoleros, y prácticamente el mismo de cuando asumió la Presidencia, cuando estaba en 77%. Es decir, una medida de gran calado que requería invertir capital político, le representó cero pérdidas y significativos réditos políticos.

El consenso es tan amplio que nunca se dio, ni remotamente, una situación de disturbios en las calles, como se dieron por situaciones análogas en los últimos años en Sao Paulo o Santo Domingo. Para comenzar a entender el fenómeno que estamos viendo, hay que recordar el eje de las campañas presidenciales de López Obrador, la lucha contra un régimen corrupto que olvidó a las mayorías, y que el mandato en las urnas el 1 de julio pasado fue precisamente para que cumpliera con su promesa.

Entonces, si el voto popular fue para combatir la corrupción y López Obrador ha empaquetado el huachicoleo como un problema de corrupción de los gobiernos del PRI y del PAN, contra el que masivamente se votó en contra en las urnas en julio, ¿por qué sorprende tanto el apoyo masivo al presidente en esta cruzada? López Obrador no ha perdido oportunidad en cada mensaje y en cada discurso, para establecer la línea que conecta el robo de combustible con anteriores gobiernos.

Es decir, todos los días a todas horas está diciendo a los mexicanos que esta acción es consecuencia directa del mandato que recibió, y respuesta frontal a su exigencia en las urnas. El pedir de forma permanente el apoyo de los ciudadanos y agradecer de manera reiterada la forma como han respaldado la acción contra los criminales sin que estallaran conflictos –“se han portado bien”, es su frase-, es una forma de involucrar a los mexicanos y hacerlos sentir que son parte importante en esta lucha para evitar el saqueo de los recursos nacionales. No a todos les gusta la forma como López Obrador construye las imágenes, pero a decir de las encuestas, su mensaje ha penetrado y su apelación ha surtido un efecto que, para los estándares y antecedentes mexicanos, es casi insólito. En la misma encuesta de El Financiero se registró al 62% de los mexicanos que cree que la gente debe confiar y tener paciencia mientras dure la situación de desabasto, notándose un porcentaje incluso más alto, de acuerdo con el estudio, en aquellos estados con mayor desabasto. Esto significa que el individualismo y egoísmo ciudadano, tan característico de los mexicanos, fueron hechos de lado ante el llamado presidencial.

El experto en opinión pública Jorge Buendía, director de Buendía&Laredo, dijo que ante la escasa información que hay sobre el combate, el abasto y sus efectos, el combate al huachicol está alineado con el respaldo a López Obrador, como lo muestran todas las encuestas. “Ante la falta de información, para muchos ciudadanos apoyar la lucha contra los huachicoleros se reduce a expresar o negar su apoyo a Andrés Manuel López Obrador”, agregó. “El éxito político de la medida dependerá de la rapidez con que se termine el desabasto”.

Según funcionarios federales, esta semana se normalizará el abasto en todas menos dos entidades, Guanajuato y estado de México, con lo cual el escenario negativo que planteó Buendía podría no llegar a darse. De cualquier forma, López Obrador trazó en su comparecencia pública del martes, una nueva cruzada, que le va a permitir prolongar el tipo de apoyo que ha recibido hasta ahora.

A pregunta de un periodista, desarrolló una nueva narrativa donde ubicó la palabra “huachicoleo”, hasta ahora sólo utilizada como sinónimo de robo de combustible, como el equivalente a robo con alto daño a la nación, cometido o avalado por gobiernos anteriores. Así, estableció la relación directa entre futuras campañas en otros sectores, con parte del mandato de las urnas. El lunes dijo que después del huachicoleo iría a combatir la corrupción en otros campos. El martes identificó indirectamente que será en el rubro de los medicamentos.

El manejo político de López Obrador ha sido impecable. El único límite que habrá entre su éxito y el desgaste que lleve a la derrota, es si los resultados no son como los ha prometido. Pero por lo pronto, está sólido y avanza rápido.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx

twitter: @rivapa

SOS COSTA GRANDE

 (Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

El “Guachicolazo”, pese a ser un problema demasiado complejo y a los errores de logística cometidos por el gobierno federal, le está sirviendo al presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, como nueva catapulta política.

Según el diario El Financiero, prácticamente 90 de cada 100 mexicanos está a favor de esta cruzada anticorrupción en Pemex, contra 11 en contra. La empresa encuestadora de María de las Heras da un 72 por ciento a favor, contra 18 en contra. Mientras que Mitofsky registra 57 contra 36 por ciento.

Y en general, 76 de cada 100 mexicanos aprueban su gestión, a mes y medio de que comenzó, lo cual es la calificación más alta de cualquier mandatario en la historia.

Esto contrasta diametralmente con la imagen que se está tratando de afianzar en redes sociales, en el sentido de que el pueblo repudia la medida de control de AMLO, para frenar el robo de combustible, no en los ductos, sino lo que se roba desde dentro de la paraestatal y que es 80 por ciento del total, y que el presidente estaba perdiendo sus bonos políticos. Nada más alejado de la realidad, pues los números son fríos y no mienten.

Los números que día a día, en sus conferencias matutinas, ha ido presentando, son escalofriantes. Y aunque ya medios nacionales habían incursionado en ese espinoso tema –incluso hay libros que hablan de cómo Pemex estaba cooptado por una mafia de cuello blanco-, faltaba una estrategia con el rigor que está siendo llevada, para que todas las ratas salieran de la ratonera, literalmente.

Y queremos pensar que todavía no sabemos todo. Ayer, el presidente dijo que el robo de combustible, popularmente conocido como “guachicoleo” (aunque en realidad este término habla de un proceso de adulteración y no de robo de un producto como tal) comenzaba desde las plataformas petroleras. Estamos hablando entonces de una cadena de saqueo que dista mucho de ser el ya tan conocido “robo hormiga” que sucede en todas las dependencias públicas, e incluso en las empresas privadas.

Este es un caso apocalíptico, que forzosamente derivó en un obligado aumento al precio de la gasolina, y un incremento en las importaciones, para robarlo y para ir compensando el desfalco -que si nos atenemos a los listados de Forbes, mismos que revelan solamente lo robado por los guachicoleros de a pie, pero no de la mafia de cuello blanco-, fue durante el sexenio de Enrique Peña Nieto cuando todo se salió de control, al pasar de 189 tomas clandestinas en el año 2000, en el inicio del gobierno del presidente Vicente Fox Quesada, a 12 mil 581 en 2018, con el regreso del PRI al poder.

Pero aún durante Calderón el problema estuvo de algún modo controlado, pues en 2007, su primer año de gobierno, se detectaron 323 tomas en los ductos de Pemex, contra 1,635 en 2012.

Fue con Peña Nieto cuando todo se volvió un saqueo descarado, tanto dentro como fuera de Pemex. El sexenio comenzó en 2013 con 2,781 tomas clandestinas, hasta alcanzar las 12 mil 581 en 2018, y el guachicoleo se generalizó en el país, con la intervención de grupos delincuenciales, sobre todo en el triángulo rojo de Puebla, donde se aprovecha la pendiente de las cumbres de Maltrata en Veracruz, para chupar los ductos de Pemex, pues en ese punto, aunque los ductos sean cerrados, el combustible sigue fluyendo hasta por dos horas, por la sola atracción de la gravedad.

En ese triángulo, por lo menos 5 municipios poblanos tienen una economía basada en el robo de combustible, y es en ese punto donde continúan los boquetes en los ductos, de ahí la importancia de que permanezcan cerrados.

Pero lo peor está sucediendo dentro de la paraestatal, y la madeja apenas comienza a desenredarse. Un funcionario de Hacienda dijo antier que en el esquema de robo están metidos hasta ex alcaldes, diputados, empresarios y un largo etcétera.

¿Cómo no va a respaldar la gente de México esta cruzada? ¿No era lo que queríamos, que se combatiera la corrupción? Pues bien, ahí tenemos la repuesta. Sabíamos que era un cáncer masivo, y en este combate habrá muchos daños, incluidos los inconvenientes de ir a una gasolinera y que te digan que no hay combustible.

Editorial

El calabozo del yo

Siempre estamos atrapados en algún calabozo. No importa qué tan grande sea ni con cuántos compartamos los mismos barrotes. El planeta Tierra representa, hoy por hoy, los límites de nuestro calabozo; pero eso, la verdad, es un eufemismo, pues la mayoría no vamos más allá de la ciudad o del barrio donde vivimos: de las calles que efectivamente encierran nuestros pasos.

Las redes sociales nos dan una apariencia de amplitud; a veces, incluso, nos crean la ilusión de que desbordamos nuestro encierro y tenemos contacto con personas de otros países; pero siempre, insisto, cada interlocutor por muy distante que se encuentre es el límite que marca esa frontera de la que no salimos.

Y ojalá que nuestro calabozo sólo fuera espacial y temporal -no saldremos de la Tierra ni de este siglo-, pues también nos encierra nuestra profesión o nuestra actividad, nos condena a una visión sesgada del mundo que nos pone delante una pobre porción de lo que hay: el médico está en la misma caja de los enfermos y los fármacos girando siempre en torno de un lenguaje de tecnicismos, y al comerciante le pasa otro tanto: vive con sus clientes en un mundo de precios y de mercancías y entre productores, y pendiente de las ofertas de sus pares que podrían hundirlo. La patria del profesor termina donde acaba su salón de clases. Vive al pendiente de que cada miembro de ese pequeño país, sus alumnos, avance conforme lo convenido a sus planes de estudio. El soldado porta un arma y balas que también pueden matarlo a él. No importa si las tira al aire. Un día bajarán y lo encontrarán. Donde esté.

Calabozos dentro del calabozo general, mundillos cerrados amontonados en el mundo. Y luego, cada quien con sus ideas, sometido a un paradigma del bien y del mal, de lo correcto y lo incorrecto, de lo que me conviene a mí o me hace daño a mí, porque el más estrecho de los presidios es la celda donde se encuentra metido cada quien, pues, la verdad, es que cada uno vive encerrado en sí mismo y desde ahí mide todo, filtra todo, adjetiva desde ese personal punto de vista todo lo que pasa delante.

Y por si esta maraña de fronteras fuera poco, también están la ignorancia y el odio, la cerrazón a la que nos constriñen: en un caso, porque nada nutre la tosca cueva que uno habita y, en el otro, porque la furia lo atrinchera a uno y sin darse cuenta se elige el blanco y negro para mirar las cosas; ese blanco y negro que es la visión del odio.

Va cada cual en su mazmorra, en su cárcel portátil sintiéndose libre por no ser capaz más que de apreciar su propio punto de vista.

Sería tan fácil alargar la mano para saber que lo demás existe, cruzar la calle, conocer otras gentes, dejar de lado la obcecación, ese saber que vuelve círculo vicioso todo lo que uno ve, lo que uno toca; pero cada quien no puede ser más que el que es, y sólo el tiempo, el paso de los años, consiguen, y no siempre, dejarnos ver de otra manera: mudarnos, al menos, de un calabozo a otro.

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